No sé lo que el mundo pensará de mí,
pero a mí
me parece ser tan solo un muchacho que juega en la playa y que se divierte al encontrar un canto
rodado o una concha más hermosa que de ordinario, mientras el gran océano de la verdad yace ante mi completamente desconocido.
Sir Isaac Newton
Voy a hablarles en esta ocasión, amables lectores, de una faceta sorprendente de quien es
considerado por la ciencia como el científico más grande de todos los tiempos: Sir Isaac Newton. Un hombre que al igual que Charles Darwin y Albert Einstein ha trascendido el
ámbito académico para convertirse en una figura familiar aun para aquellas
personas del común, como la que esto escribe, que nada tienen que ver con la investigación
científica.
No obstante, la aparición hace cinco años de algunos manuscritos inéditos conocidos por muy pocos después de su fallecimiento
para ser luego rápidamente ignorados, ha causado desazón en los medios científicos.
Pero no, no vayan ustedes a imaginarse que aquellos manuscritos
encierran algo reñido con la moral o con
las buenas costumbres. No, amigos. Newton fue un hombre que
no tuvo colaboradores, ni amigos, ni mujer ni amantes conocidas. En ese aspecto
su vida es cristalina, o para decirlo más apropiadamente, gris.
Es más, hay quien hasta asegura que se
fue a la tumba tan virgen como había nacido.

Esta inclinación por la alquimia formaba parte de la convicción que Newton tenía de la existencia de un plan maestro en la naturaleza. Pensaba que la vía alquímica defendida por los rosacruces le aportaría el mecanismo para desvelarlo y a ese propósito utilizó muchos de los conceptos del Themis Aurea del adepto rosacruz Michael Mayar.
Frases como la que transcribo a continuación y que parecen obra de un desquiciado fueron
escritas, junto a miles de otras por el estilo, con el puño y letra de Isaac Newton en manuscritos que recién ahora empiezan a salir a la luz pública:

Estas retahílas indescifrables rebosan el
hermetismo de una disciplina medieval cuyos adeptos revestían sus secretos de
códigos para no revelar sus avances en el camino hacia la Piedra Filosofal, la
sustancia capaz de transmutar plomo en oro y de curar al ser humano de sus
dolencias; la panacea, el elixir de la vida. Cuando Newton hablaba de la
"sórdida ramera", se refería a la estibina, el mineral del que los
alquimistas extraían su "menstruo", el antimonio.
Discrepo, sin embargo, de la opinión negativa de algunos científicos al calificar de aberrante la afición de Newton por la alquimia y por el ocultismo, porque a mi parecer su interés por estas materias en vez de empañar su imagen la rodea de un misterio y un atractivo singular.
Esta ley sostiene que la fuerza gravitatoria entre dos cuerpos (por ejemplo, entre la Tierra y la Luna) está relacionada a la masa de los cuerpos y su distancia entre sí. Con este postulado científico, Newton fue
capaz de dar explicación a los fenómenos físicos observables en el universo.
A pesar de que sus
descubrimientos en los campos de la mecánica y la óptica fueron superados en el siglo XX por Albert Einstein y por Max Planck, a Isaac Newton se le sigue considerando
la mente científica más portentosa de todos los tiempos.
Y no es para menos. En 1687 publicó el tratado científico más influyente jamás escrito:
Philosophiae Naturalis Principia Mathematica, en el cual desarrolló un sistema
dinámico basado en tres leyes del movimiento. Tres libros que contienen los fundamentos de la
física y de la astronomía escritos en el
lenguaje de la geometría pura. La
humanidad nunca volvería a mirar el universo como lo había hecho
hasta entonces.

Como suele suceder con muchos genios, la niñez de Newton no
estuvo marcada por ningún hecho inusual que hiciera presagiar su portentosa
inteligencia. Nació en el seno de una familia de agricultores de Licolnshire
(Inglaterra) en 1642. Era un muchacho enfermizo y tímido, y en un principio, más
bien retrasado en sus estudios. Su madre quería dedicarlo a la agricultura pero
él consiguió convencerla de que le permitiera estudiar, y así, a
los dieciocho años ingresó en el Trinity College, plantel en el cual se
consagró al estudio de las matemáticas. En 1665 consiguió su grado de
bachiller en artes sin ninguna distinción especial.

En 1689 fue elegido
miembro del Parlamento, escaño que mantuvo durante varios años sin mostrarse muy activo durante los
debates. En este periodo de su vida se dedicó también a construir telescopios, a sus
trabajos de química y al estudio de la
hidrostática y de la hidrodinámica. En 1696 fue nombrado Director de la Moneda; para ocupar ese cargo abandonó el puesto de profesor en el que había permanecido durante treinta
años.
En 1703 fue elegido
presidente de la Royal Society, institución en la que seguiría siendo reelegido cada año hasta su muerte. Durante
los últimos treinta años de su vida se consagró casi por entero a los estudios
religiosos.
En 1705 fue hecho caballero por la reina Ana, como recompensa a los servicios prestados a Inglaterra.
Newton gozó de buena salud hasta los últimos años de su larga vida, pero a
principios de 1722 una afección renal lo tuvo seriamente enfermo durante varios
meses y en 1724 se produjo un nuevo cólico nefrítico. En los primeros días de
marzo de 1727 el alojamiento de otro cálculo en la vejiga marcó el comienzo de
su agonía. Newton murió en la madrugada del 20 de marzo, tras haberse negado a
recibir los auxilios finales de la Iglesia, consecuente con su aborrecimiento
del dogma de la Trinidad. Tenía ochenta y cinco años. Fue enterrado en la abadía de Westminster en medio de los grandes
hombres de Inglaterra.

Posteriormente, en el siglo XIX los científicos victorianos descubrieron incómodos con qué rellenaba
Newton los huecos de un cerebro donde aún le sobraba espacio después de encajarse
el universo entero: la alquimia. Achacaron aquellos devaneos a los efectos de trastear durante años y años
con mercurio y decidieron que aquel pecadillo del mayor físico británico estaba
mejor donde lo habían hallado: enterrado en el armario.
Pero, ¡sorpresa! Como se ha podido comprobar ahora, aquella afición no era simplemente un "pecadillo". Solamente una pequeña parte de aquellos manuscritos trata de la ciencia tradicional, la mayoría se enfoca en la alquimia, las profecías bíblicas y otros muchos asuntos teológicos.
En 1936, doscientos años después de su muerte, la casa Sotheby's de Londres reabrió la caja de los truenos al subastar los papeles de Portsmouth, la colección de manuscritos inéditos de Newton que dormían en el archivo familiar de la única mujer a la que el físico misógino admitió en su vida: su sobrina Catharine Barton. Sin embargo, y pese a lo que pudiera pensarse, luego de la subasta no pasó nada y los manuscritos de Newton continuaron inéditos otros setenta años.
Pero, ¡sorpresa! Como se ha podido comprobar ahora, aquella afición no era simplemente un "pecadillo". Solamente una pequeña parte de aquellos manuscritos trata de la ciencia tradicional, la mayoría se enfoca en la alquimia, las profecías bíblicas y otros muchos asuntos teológicos.
En 1936, doscientos años después de su muerte, la casa Sotheby's de Londres reabrió la caja de los truenos al subastar los papeles de Portsmouth, la colección de manuscritos inéditos de Newton que dormían en el archivo familiar de la única mujer a la que el físico misógino admitió en su vida: su sobrina Catharine Barton. Sin embargo, y pese a lo que pudiera pensarse, luego de la subasta no pasó nada y los manuscritos de Newton continuaron inéditos otros setenta años.
Pero hace cinco años la Royal Society de Londres –institución que un día estuvo presidida por Newton- sacó sorpresivamente a la luz parte de ese archivo. Fue entonces incuestionable para todos la dedicación de Newton a la alquimia y a la teología. Entre sus estudios alquímicos se encontraron profusión de temas esotéricos como la transmutación de los elementos, la piedra filosofal y el elíxir de la vida.
El estudio de sus manuscritos ha revelado que el verdadero Newton es el alquimista y el teólogo, pues de estas disciplinas nacieron los métodos y motivaciones que luego utilizó para producir los Principia. Su dedicación al estudio de la alquimia y la teología ya no puede tenerse hoy día como algo menor en su vida. Newton dedicó grandes esfuerzos a la alquimia, a la vez que estudió profecías apocalípticas escritas en la antigüedad como llave para unir ciencia y religión y como medio para entender y explorar el mundo natural y descubrir los entresijos del proyecto cósmico divino. Esta inclinación por la alquimia formaba parte de la convicción de Newton de la existencia de un plan maestro en la naturaleza. Su método para volver a recuperar el antiguo saber perdido se basaba en la experimentación y a la vez en el análisis de textos de la antigüedad, tanto alquímicos como teológicos.
Como dato curioso y en un momento como el actual en que existe tanta expectativa con respecto a las profecías mayas y otra serie de premoniciones con respecto al periodo del mundo en que vivimos y más concretamente al año 2012, es interesante conocer que entre los manuscritos de Newton existe uno en el que basándose en las profecías del libro del profeta Daniel en el Antiguo Testamento llega a la conclusión de que el fin del mundo se producirá en el año 2060.
La mayor parte de estos estudios nunca se vieron publicados en vida de Newton, ni como ya dijimos, tras su muerte y esperan todavía un análisis en profundidad. Muchos fueron escritos solamente para estudio personal, ya que su publicación hubiera condenado sin duda a su autor por hereje, con temas tan delicados como la búsqueda de la piedra filosofal, las interpretaciones del Apocalipsis o la negación de la trinidad, llegando a identificar a la Iglesia católica con la Bestia del Apocalipsis.
La Universidad de Cambridge se quedó con
los papeles científicos en 1872, el resto como ya lo hemos mencionado lo
subastó Sotheby´s, sin mucha publicidad ni interés en 1936, quedando
desperdigado por el mundo. Gran parte de estos escritos malditos los adquirió
en esta subasta el gran economista John Maynard Keynes, quien tras estudiarlos
los donó al Kings College de Cambridge, universidad a la que perteneció Isaac
Newton. Multitud de otros manuscritos se encuentran en diferentes bibliotecas
de Inglaterra y Estados Unidos, y los de temática teológica, muy denostados, se
localizan principalmente en Israel, ya que fueron adquiridos por el erudito
A.S. Yahuda quien los cedió a la Universidad de Jerusalén, tras el rechazo a hacerse cargo de ellos de varias
universidades norteamericanas.
A pesar de que es apenas ahora cuando comienza e investigarse seriamente este legado, por lo que ya ha trascendido podemos hacernos una idea más precisa de quién fue realmente Newton: un heterodoxo, bastante alejado de la visión racionalista idílica que nos dibujaron sus biógrafos y científicos de siglos pasados, sobre todo del XVIII.
Ante testimonios tan irrefutables, el ámbito científico se ha visto obligado a reconocer que Newton no fue un científico jugando a mago en sus ratos de ocio, sino que fue, por encima de sus demás ocupaciones y en palabras de su biógrafo James Gleick: "el alquimista más completo y erudito de su época". Vale acotar que teniendo en cuenta sus grandes aportaciones a la ciencia los académicos han procurado juzgarlo con benevolencia y exculpar sus coqueteos con el ocultismo.
El economista John
Keynes principal compilador de los escritos de alquimia del físico nos
dice: “Sir Isaac Newton fue Copérnico y Fausto en uno. El primero de la
Edad de la Razón y el último de los magos. El último de los babilonios y los
sumerios. La última gran mente que miró al mundo visible e intelectual con los
mismos ojos que aquellos que comenzaron a construir nuestro mundo intelectual
hace menos de diez mil años".
Me pregunto: ¿Estaba reñida drásticamente con la ciencia la afición de Newton a la alquimia?
Pienso que no. Newton
hizo una aproximación a estos estudios con la misma meticulosidad que demostró
en su trabajo científico, e hizo una aproximación a la ciencia con el fervor
religioso que lo llevó a ser considerado una suerte de profeta.
Hoy sabemos que los elementos químicos no son distintos en esencia, sino que todos están
construidos con los mismos corpúsculos. Sólo tres protones
separan el plomo del oro, así que teóricamente es posible transformar unos en
otros, como hacen los aceleradores de partículas o los reactores nucleares. Los
científicos han producido diamantes a partir de cenizas humanas, de residuos orgánicos e incluso de tequila. En 1941 se transmutó por primera vez mercurio en oro
mediante bombardeo de neutrones...
Entonces: ¿Desencaminado o adelantado
a su época?
Sir
Isaac Newton descansa en la abadía de Westminster, en la Cámara de Jerusalén en
la que tantos reyes fueron coronados. En 1731 se erigió un monumento en su
tumba. En él aparece reclinado junto a una mujer sentada y llorando que
representa a la Astronomía, la reina de las ciencias.
Leonor María Fernández Riva
Leonor María Fernández Riva
Sir ISAAC NEWTON, caballero
que con fuerza mental casi divina
demostró el primero,
con su resplandeciente matemática,
los movimientos y figuras de los planetas,
los senderos de los cometas y el flujo y reflujo del Océano.
Investigó cuidadosamente
las diferentes refrangibilidades de los rayos de luz
y las propiedades de los colores originados por aquellos.
Intérprete, laborioso, sagaz y fiel
de la Naturaleza, Antigüedad, y de la Santa Escritura
defendió en su Filosofía la Majestad del Todopoderoso
y manifestó en su conducta la sencillez del Evangelio.
Dad las gracias, mortales,
al que ha existido así, y tan grandemente como adorno de la raza humana.
Nació el 25 de diciembre de 1642; falleció el 20 de marzo de 1727.
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