martes, 17 de marzo de 2009

La obsecuente recadera de las FARC











Decir astuto es lo mismo que decir mediocre. Donde solo hay astucia, necesariamente hay pequeñez.

Víctor Hugo




Que en Colombia suceden las cosas más sorprendentes del mundo está ya demostrado hasta la saciedad. No obstante, siempre tendremos nuevos e inauditos motivos para sorprendernos. Eso, por ejemplo, es lo que ha sucedido con Piedad Córdoba, la mujer del turbante que ha ido escalando posiciones en estos últimos años con innegable inteligencia y con una bien lograda plataforma política y demagógica. Su oposición sistemática y su odio visceral, racial y de clase contra Álvaro Uribe, el presidente legítimamente elegido por la mayoría de los colombianos la llevaron, meses atrás a decir en un encuentro de partidos de izquierda realizado en México: “Cualquier gobierno progresista tiene que cortar relaciones diplomáticas con Colombia”. Actitud sin nombre por la que fue juzgada en el Congreso Nacional como traidora a la patria.

No contenta con tan incalificable proceder forjó una alianza repugnante y destructiva con el enemigo número uno de Colombia, el chafarote que funge de presidente en Venezuela, quien ya se cree con autoridad para intervenir en la política interna de nuestro país y quien en un alarde de fuerza, demencia y prepotencia digno de su condición de engreído dictadorzuelo envió sus tanques de guerra y su ejército a la frontera colombiana.

Mientras, por una parte, lucra del Estado colombiano, por otra, confabula arteramente con quienes intentan destruir la democracia. Viaja alrededor del mundo con sorprendente holgura económica; aprovecha la situación innegable de pobreza y necesidad de muchos sectores -originada sobre todo por la violencia terrorista que los grupos de izquierda solapan con siniestra mala fe- para encontrar entre ellos adeptos a su mensaje fácil y demagógico; acude a todos los foros internacionales en donde no ceja en su actitud irracional de ensuciar la imagen de Colombia; visita las universidades, pero no para propiciar en esa juventud inconforme y ávida de ideales la motivación hacia el esfuerzo y el estudio, únicas formas de superarse y convertirse en buenos colombianos, sino para inducirla en forma por demás descarada y cínica a la insurgencia, la anarquía…y el fracaso.

Nadie, excepto la guerrilla, ha sacado más provecho de los secuestrados que Piedad Córdoba. Con su cuento de Acuerdo Humanitario tiene sometidas por el dolor y la desesperanza a decenas de familias que padecen la tragedia de este crimen sin nombre de la guerrilla y que se aferran a ese frágil hilo de ilusión que ella sabe manejar con tanta destreza porque perciben que tiene excelentes relaciones con la guerrilla. Pero desconocen –o se niegan a reconocer- que la liberación de los secuestrados es la plataforma que utiliza la Córdoba para hacer politiquería barata y para quemar prensa y destacarse. De esta manera y con absoluta frialdad y astucia la hábil senadora manipula el dolor y desesperanza de tantas familias en su propio beneficio.

Con bombo y platillo ha promocionado las pírricas liberaciones en las que se ha visto involucrada, liberaciones que si se siguieran dando como hasta ahora en número de doce por año necesitaríamos más de siglo y medio para liberar a todos los secuestrados.

Impulsa el Acuerdo Humanitario pero lo que calla ante la opinión nacional y mundial es que el secuestro es un crimen de lesa humanidad; que la liberación de los secuestrados no es un favor ni un acto heroico, y mucho menos una muestra de altruismo de las FARC y que su liberación es una obligación.

No dice tampoco Piedad Córdoba que los guerrilleros prisioneros en las cárceles colombianas gozan de todos sus derechos, que pueden ser visitados por sus familiares, que disponen de un ambiente aceptable en sus celdas, en sus condiciones de vida, de salud y de alimentación y sobre todo, que disfrutan de absoluta libertad para denunciar cualquier clase de abuso, contrariamente a lo que sucede con los secuestrados de quienes la guerrilla ni siquiera se preocupa por dar pruebas de supervivencia.

Para nadie es ya un misterio que la senadora está íntimamente vinculada con las FARC cuyo accionar no tiene ninguna razón de ser porque en Colombia gozamos una de las democracias más representativas del continente al frente de la cual hay un Presidente ejemplo de patriotismo, trabajo, inteligencia y valentía. Un mandatario que no es, como se ha querido propalar, un Presidente solo para la guerra pues con admirable energía se ocupa también del desarrollo y de los problemas sociales del país; cuyos admirables consejos comunitarios han tratado de imitar sin éxito otros mandatarios de la región; que tiene una favorabilidad del 75 % de los colombianos y que ha reivindicado las palabras trabajo y eficiencia para el ejercicio de la Presidencia y de todas las áreas de gobierno.

Claro, hay que reconocer que no solo Piedad Córdoba sino también muchos políticos e intelectuales en el país se hacen de la vista gorda ante los crímenes sin nombre de la guerrilla y que no la condenan o denuncian como sería lo lógico en una democracia que tiene cauces legales para promocionar cualquier grupo político y toda clase de ideas políticas.
Ignorando el dicho popular “quien calla otorga” guardan cómplice silencio ante las innumerables atrocidades de la guerrilla mientras maquiavélicamente aumentan con lupa cualquier falla del Gobierno. Y así, los campos colombianos se siguen poblando de minas quiebrapatas, los niños y campesinos continúan siendo cruelmente mutilados; las matanzas de civiles, campesinos e indígenas se siguen realizando con aterradora regularidad; los atentados contra la población civil y contra la estructura del país se siguen produciendo a vista y paciencia de quienes no se dignan elevar sus voces para decirle al mundo la verdad sobre este flagelo que atormenta a los colombianos.

Y el siniestro turbante continúa su periplo desestabilizador de la democracia colombiana. Ya le dio su espaldarazo a Chaves para su reelección indefinida en tanto que incongruentemente ataca la posible reelección del presidente Uribe. “Allá sí, pero acá no”, declara con la convicción de quien sabe bien que los partidos de izquierda solo utilizan los caminos de la democracia para destruirla, hacerse al poder y conculcar todas las libertades.

Y ahora, para colmo de peras en el olmo, Piedad Córdoba anuncia cínicamente su plan de visitar en Estados Unidos a Simón Trinidad y a Sonia para tratar el posible Acuerdo Humanitario en el que según parece ellos tienen mucho que opinar.

¿Qué tal? Después de los testimonios encontrados en el computador de Raúl Reyes esta obsecuente recadera de la guerrilla ha optado por un desfachatado destape ante la vista regocijada de sus seguidores y de muchos idiotas útiles que con su silencio van haciéndole el camino a quien ya demostró su deslealtad para con la patria y continúa oronda su funesto accionar en contra del gobierno legítimamente estatuido, de la democracia y de Colombia toda.





NOTA: Como verán por la fecha de la publicación, amigos lectores, esta columna,  fue publicada  hace ya un tiempo. Es por ese motivo que algunas situaciones y personajes han variado aunque en el fondo, todo sigue igual.





1 comentario:

  1. El problema colombiano de la violencia no se puede circunscribir al análisis simplista de la primera vista, es decir, del estigma enardecidamente puesto sobre el turbante de Piedad Còrdoba. A veces unos indagan en el magnicidio de Gaitán como origen de la violencia, otros miran más atrás para explicar las taras de la desigualdad que indudablemente ha reinado en este suelo llamado Colombia. La historia de los buenos y los malos tiene que ser contada desde las raíces, inclusive del pensamiento "occidental" y "civilizado" que chocó contra el proyecto de vida inermizado por la invasión a punta de cruces y de cañones. Es desde allí donde pudo originarse el "Estado del Estado". Podrá notar, entonces, Leonor, que hay que alzar la mirada incluso por encima del análisis marxista, y obviamente, mucho más allá del análisis moralista de unos hechos que construyeron el dolor de tantos pueblos. La moraleja es que uno de los "buenos" que Usted cita en su columna será seguramente enjuiciado así sea dentro de 20 años (Nuestro país es el de las verdades de 20 años atrás). Casi suena a repetición de la historia del Movimiento Comunero o el Libertador. Los medios de la época de la pacificación mutilaron el honor de Bolívar aduciendo que un gran terremoto ocurrido en la Venezuela de entonces era castigo de Dios contra un pueblo que se levantó contra el imperio español, y que había que fusilar a todos aquellos que desafiaron la ira de un Dios monarquista, rey de las luces y las tineblas... Y ahí está, ahora se celebran bicentenarios, en hora buena no todos en el marco vetusto de los abolengos y títulos apropiados por la expoliación. Me pregunto qué sentirá Usted si un día asesinan a Piedad Còrdoba: Dirá que esa mujer se merecía esa suerte? Dirá que ese era el justo castigo por sus nexos con un proyecto de liberación "utilizado" para darse pantalla? Algunos en el mundo valoran y valorarán la labor de esa "siniestra mensajera". como bien fuera inclusive postulada a premio Nobel de la Paz hace dos años. otorgado finalmente a Obama, quien hoy ha decidido seguir manteniendo en funcionamiento una de las mazmorras más ignominiosas del "mundo civilizado" (guantánamo). Por otro lado, el prototipo de hombre inteligente, audaz y benefactor que menciona va sintiendo de cerca cada vez el peso de una justicia que coja y paquidérmica va encerrando con gotas de castigo a sus allegados y principales colaboradores. A ese mismo le endilgan la labor de espionaje ilegal y untado de desprestio de las CHUZA-DAS, en las cuales Piedad fue atacada sin piedad, en una cadena de estigmas que siguen en zagas como este su comentario. Creo que podría hacerse mejor labor CONFRONTANDO las dos o tres aristas de opinión SIN MATRIZAR una sola. Lo demás suena a CAJA DE RESONANCIA, que de eso ya estamos cansados y solo esperamos a punta de bostezo que el tiempo demuestre por acción de la gravedad que hay estigmas que se caen por su propio peso. Ahí es donde puede quedar esta columna, inscrita en la historia de los desaciertos de los ejercicios intelectuales periodísticos o de opinión. Eso de DEMOCRACIA, exige, precisamente, la capacidad intelectual de la objetividad por encima de la emotividad. Para terminar, quiero decirle que a veces Piedad me recuerda un poco a las historias de Manuelita Sáenz y de María Cano. Son mujeres que al menos deben ser mejor estudiadas por sus congéneres intelectuales para entender los aportes de la mujer en la vida de un país como el nuestro.
    Postdata: NO TODO LO QUE ES ORO BRILLA.

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