martes, 27 de julio de 2010

Amor de patria



DESDE Colombia Con Amor
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........................                    Himno de la Armada Nacional de Colombia

                         Himno Policía Nacional de Colombia (Nueva Versión)


  1.                                             Himno Fueza Aérea Colombiana


Amor de patria
Leonor Fernández Riva

Todavía con el alma ensanchada y vibrante por la visión del magnífico programa organizado por el Gobierno Nacional con motivo de las celebración del Bicentenario de la Independencia  leo en mi correo de Internet un mensaje en el que un autor anónimo reniega de ese acontecimiento libertario porque, según dice, “después de los acontecimientos que llevaron a nuestra emancipación de la corona española, todo siguió igual”. No estoy para nada de acuerdo con el autor.

Los hechos sucedidos el 20 de julio de 1810 fueron realmente admirables y cambiaron el curso de la historia de nuestra patria. Muchos patriotas ofrendaron su vida ése y en los días sucesivos hasta lograr en la Batalla de Boyacá el 7 de agosto de 1819, la independencia definitiva de España. Le reto al autor a que imagine a nuestro país formando parte al presente de una colonia española. Lo único que quizá nos hubiera deparado cierta alegría sería el triunfo del equipo peninsular en el Mundial de Fútbol.

La vida de las naciones tiene profunda similitud a la de los seres humanos. A través de nuestra existencia debemos vivir y superar muchas etapas difíciles. Con esfuerzo, con llanto y con algunas reprimendas pasamos de la niñez a la adolescencia; con sacrificio, estudio y miles de frustraciones y deseos incumplidos pasamos luego de la adolescencia a la edad adulta y ya en la edad adulta cuando aparentemente tenemos derecho y capacidad para actuar libremente, las ataduras sociales, morales y económicas ponen de nuevo freno a nuestra anhelada libertad. Cada superación en la vida del ser humano representa sacrificio, dolor y sufrimiento. Eso forma parte de su crecimiento. Lo mismo sucede con los países. Los logros que va adquiriendo una nación a lo largo de su historia van dejando muchas veces un rastro de sangre y de vidas humanas. Y desde luego, los resultados no siempre son completos ni dan felicidad a todos sus pobladores pero no por eso podemos renegar de nuestro pasado porque hacerlo significa ignorar los eslabones que fueron necesarios para conformar nuestra existencia como Estado.

Cuando Camilo Torres escribió su Memorial de Agravios, no lo hizo reclamando la independencia de España –pensamiento que en ese momento estaba lejos todavía de su mente- lo hizo reclamando a la nación ibérica ser considerado un ciudadano de primera para tener derecho a defender a la corona española durante la invasión de Francia a su territorio. Aunque nos parezca inaudito, en ese memorial reclamaba solamente el derecho de los criollos a pelear al lado de España. Con inusual ceguera, España negó a los granadinos ese derecho. Tal era la situación de menosprecio que soportaban los criollos en el país. Y a partir de ese momento el descontento y la ira reprimida de los sojuzgados ya no pudo ser contenida por sus colonizadores

Tomar el camino de la lucha armada para reclamar sus derechos, no fue en 1810 una decisión fácil. Fueron hombres realmente admirables los que nos dieron esa primera libertad. Se necesitó mucha bravura y coraje para emprender la larga, agotadora e incierta campaña libertadora.

¿Tenemos que contentarnos con ese lejano logro? Desde luego que no. Hoy, nuestro país reclama nuevas campañas libertarias. Tenemos que liberarnos de la corrupción, del narcotráfico, del terrorismo, de la violencia, de la pobreza, de la inequidad, del subdesarrollo, de la dependencia comercial con los vecinos, pero estas son luchas que como la libertaria de 1810 deben ser emprendidas por hombres honestos, capaces, valientes y decididos a dar la vida por sus convicciones y por la patria. Quienes miran al pasado con tristeza, al presente con rencor y al futuro con prevención no pueden hacer parte de ese nuevo ejército de colombianos valientes y resueltos que miran hacia delante, que tienen fe en el futuro y que luchan ardientemente por alcanzar mejores días para la patria.

No solamente el autor de aquella nota que cito al principio de este artículo sino muchos otros carentes de visión y de subjetividad minimizan y empequeñecen la obra libertaria emprendida por los patriotas en 1810. Ciegos. Son incapaces de comprender que así como en nuestros primeros años nos costó trabajo aprender a caminar y hablar, también nuestra patria debió pasar en su momento por ese primer filtro libertario para entrar a formar parte de las naciones libres del mundo.

La importancia que se ha dado en el gobierno del presidente Uribe a las conmemoraciones patrióticas es admirable y digna de sincero elogio. Recuerdo que hasta hace solo una década el 20 de julio y otras festividades patrias pasaban sin pena ni gloria. Fiestas para descansar y solo eso. Ahora, gracias a la cantidad de información que se desplegó a través de todos los medios de comunicación hemos podido comprender cómo se originó esa gran gesta libertaria y su profundo valor en las páginas de nuestra historia.

El desfile militar de este 20 de julio de 2010 fue verdaderamente emocionante. Cómo no enorgullecernos ante la gallardía y profesionalismo de nuestro ejército, de nuestra Armada, de nuestra Policía y de nuestra Aviación. Ante las decenas de militares y policías víctimas del terrorismo. Ante la magnífica destreza de nuestra fuerza aérea que nos deleitó con una maniobras dignas de una exhibición aérea del primer mundo. . Escuadras formadas por 25 y más aviones que dieron una demostración de su gran pericia y arrojo. Y nuestros generales… Un cuadro de honor que honra a Colombia. Militares todos con un profundo sentido de democracia; no es coincidencia que nuestro país sea el que menos golpes de Estado ha tenido en toda Latinoamérica. Un desfile que no se constituyó en un alarde de fuerza ni de provocación para nuestros susceptibles vecinos porque en él no hubo tanques de guerra, ni sofisticado armamento. Desfiló solamente nuestro ejército. Nuestros hombres. El mejor patrimonio de Colombia.

Si los guerrilleros desde sus guaridas de la selva observaron este magnífico desfile tienen que haber reflexionado un poco sobre los días que les restan y sobre todo, en la inutilidad, conveniencia y resultados de su lucha armada.

Y cómo no hablar del magnífico espectáculo de luces, juegos pirotécnicos y música que de manera tan admirable fue organizado a continuación por la Ministra de Cultura que ya desde semanas antes y con la colaboración de la Alcaldía de Bogotá realizó también la Ruta del Bicentenario un recorrido evocativo por los lugares en donde se desarrollaron los acontecimientos de la Independencia. Espectáculos musicales y cívicos alrededor de toda Colombia que hicieron vibrar el corazón de miles de colombianos y que llevaron a nuestro cotizado Juanes hasta las bellas y olvidadas tierras chocoanas.

Una celebración bicentenaria que se convierte en un legado más que deja el presidente Álvaro Uribe a los colombianos en las postrimerías de su Gobierno. Una evocación respetuosa y agradecida de esos grandes héroes de nuestra patria que este 20 de julio hemos revivido con alegría y gratitud por todos los confines de nuestra patria: “Para que su memoria no se pierda”.





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