miércoles, 13 de octubre de 2010

¿Un peruano con suerte...o con talento?

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¿Un peruano con suerte... o con talento?
Leonor Fernández Riva

El premio Nobel que la Academia Sueca ha otorgado a Mario Vargas Llosa, un escritor  calificado como  monumental por la comunidad literaria mundial,  es un honor no solo para las letras y el pueblo peruano sino también para toda Latinoamérica.  Desde 1990,  año en el que el Nobel  fue  concedido a Octavio Paz, ningún otro escritor  de lengua española se había hecho merecedor a este galardón, razón de peso  para que todos los latinoamericanos e hispanoparlantes celebráramos  como propio este gran acontecimiento.
 Mario Vargas Llosa no es   un aparecido en la literatura.  Hizo parte  del  boom latinoamericano,   el movimiento de jóvenes escritores  que en la década  de 1960 a 1970  cambió la  forma en que la cultura latinoamericana era vista en Europa; movimiento en el que también militaron en su momento  Julio Cortázar, de Argentina; Carlos Fuentes,  de México; José Donoso, de Chile, y  Gabriel García Márquez y  José Ortiz, de Colombia. Vargas Llosa nació para escribir. Y lo  ha hecho con genialidad, dedicación y disciplina a lo largo de más de cincuenta años. Su genio ha sido reconocido y premiado  en todos los medios y concursos  literarios. El Nobel era prácticamente el  único premio que aún no había recibido. La lista de reconocimientos a su obra es bastante larga. Aquí  me refiero a algunos de ellos: 
 Premio Leopoldo Alas, por el cuento "Los jefes" (1959); Premios Biblioteca Breve y de la Crítica Española, por "La ciudad y los perros" (1963); Premios de la Crítica española, Nacional de Novela en Perú y Rómulo Gallegos del Instituto de Cultura y Bellas Artes de Venezuela, por "La casa verde" (1967); y Ramón Godó Lallana de Periodismo (1978-1979),  por "La libertad y la crítica";  Premios Literarios del Instituto Italo-Latinoamericano (1980), por "La tía Julia y el escribidor"; el Pablo Iglesias de Literatura (1981), por "La guerra del fin del mundo". Los  premios Hemingway (1985); Jerusalén (1995); Mariano Cavia de Periodismo (1997); Internacional Menéndez Pelayo (1999); Libro del Año de los Libreros de Madrid (2001), por "La fiesta del Chivo"; y la Medalla peruana de la Orden El Sol (2001). El Premio de la Asociación Dominicana de Periodistas y Escritores (2002); el Nabokov del Pen Club de EEUU (2002); el Internacional de la Fundación Cristóbal Gabarrón de las Letras (2002); Bartolomé March al mejor ensayo de crítica literaria (2002) por "La verdad de las mentiras"; Premio Ateneo Americano de la Casa de América (2002); Gran Premio de Budapest (2003); y la Medalla Honorífica del Congreso peruano, en grado de Gran Cruz (2003). Galardonado igualmente con el Premio Internacional Grinzane Cavour,  de Italia (2004); el Mercosur a las Letras de la fundación argentina Konex (2004); el Fernando Lázaro Carreter (2005); el Irwing Kristol, del American Enterprise Institute-AEI (2005); la Medalla Internacional de las Artes de la Autonomía Madrileña (2005); el Internacional Don Quijote de La Mancha (2009); la Orden Rubén Darío, de Nicaragua, en grado de Gran Cruz (2006); y una larga lista de doctorados "honoris causa" de Universidades de España, América, Europa e Israel. El 24 de septiembre de 2009 fue galardonado con el Premio Internacional de Ensayo Caballero Bonald 2009, dotado con treinta mil euros, por su libro "El viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti " (2008), una obra en la que analiza en profundidad la vida y la obra del escritor uruguayo, al  que define como "el primer escritor moderno en nuestra lengua".

Pareciera entonces  que el pasado siete de octubre América entera vibraría de orgullo  al enterarse  de que el más alto reconocimiento concedido a un escritor  había recaído en uno de sus hijos más ilustres, el escritor  Mario Vargas Llosa.

No ha sido así.  El Nobel tiene muchos antagonistas. Quienes no le perdonan a  Mario Vargas Llosa su alejamiento de  las ideas izquierdistas se solazan en  ubicarlo  en una derecha recalcitrante.  Ignoran  o quieren  ignorar que es un hombre de centro derecha, un demócrata en el mejor sentido de la palabra,  comprometido solo con la libertad. 

En un orbe interconectado en el que el inglés se ha convertido en el vehículo fundamental de la globalización, el castellano expande sus fueros. Las palabras del escritor ayudan a crear un mundo mejor, más libre y solidario, más auténtico y real. Los verdaderos escritores son oráculos de ideas. Vargas Llosa ha estado siempre consciente de ello. Por eso, de manera responsable, ha intervenido en los grandes debates de nuestro tiempo. No hay tema relevante que su poderosa inteligencia no haya analizado. La democracia tiene en él a uno de sus más sólidos defensores. Su pluma ha estado siempre al servicio de la libertad,   y  sus novelas,  al contrario de lo que dicen sus detractores,  no están teñidas de politiquería, de racismo ni de cualquier otro factor excluyente o vindicador.   En el  año 2008  retiró en España su apoyo público al Partido  Popular  para dárselo a la formación Unión Progreso y Democracia (UPyD), porque como lo expresó en ese momento no se sentía representado en "actitudes conservadoras reticentes" respecto al laicismo o la homosexualidad. Ya mucho se ha hablado de este tema y bien sé que las posiciones de algunos medios literarios  son a este respecto inamovibles. Hay demasiado resquemor.  No fue pues una buena noticia para algunos de  ellos enterarse  de este nuevo  reconocimiento hecho por la Academia Sueca  a Vargas Llosa.

Y,  sin embargo,  difícilmente  se podría encontrar un enunciado  más despectivo para reseñar este acontecimiento   que el de  " Un peruano con suerte “ título de una columna escrita por  alguien a quien admiro mucho,  el reconocido escritor palmirano Julio César Londoño,  en la que el autor hace gala de su habitual estilo sardónico. Por lo general este ingrediente  añade picante a sus columnas pero  en esta ocasión  me ha sorprendido  negativamente  porque sus  comentarios sesgados e irónicos en contra de Mario Vargas Llosa no solo pecan de falta de elegancia y altura sino que  evidencian una  no disimulada ojeriza  para con el genial escritor peruano…  y  cierta xenofobia por el país hermano.
Como Mario Vargas Llosa es un autor que admiro profundamente y  como me parece de pésimo gusto no solo cuestionar el premio por él  recibido sino también calificar   peyorativamente al Nobel como “el peruano”, como si su nacionalidad fuera motivo de escarnio y se olvidara la sincera alegría con la que el pueblo hermano del Perú festejó fraternalmente nuestra alegría hace veintinueve años cuando Gabriel García Márquez recibió el Nobel de literatura,   voy a comentar punto por punto esta desafortunada columna.  Para efectos de claridad -exenta del todo de un carácter peyorativo-  seguiré refiriéndome en adelante a su autor como “el columnista”: 
De entrada,  el columnista  califica  a Vargas Llosa  como bello, rico y talentoso,  pecados  difíciles de perdonarle  porque tal parece que a su criterio para  convertirse en un reconocido escritor  se requiere ser feo, bruto e indigente.   Y  es que a Vargas Llosa muchos literatos  le hubieran podido  perdonar ser un parásito social, un aventurero, un picaflor, un delincuente, un bueno para nada,  pero de ninguna manera,  un escritor de talento. 
Siguiendo en el mismo plano personal,  hace luego  el columnista referencia a la fortuna que ha tenido Vargas Llosa  al cometer incesto en sus dos matrimonios. Algo inexacto porque en ninguna de las dos relaciones existía un vínculo de sangre cercano y su primera mujer era tía...,  pero  tía política.  En este punto me parece  del todo inútil envidiar al “afortunado peruano” porque si nos sentimos tentados a imitarlo  podemos  muy bien  tomar en nuestra propia  vida las acciones pertinentes.  Total, el mundo es mucho más abierto ahora  a este tipo de  cosas que hace cincuenta  años.
 Es  por demás desafortunado  acudir a situaciones personales para enturbiar la  obra de otro escritor. Si los factores negativos o cuestionables  de la vida de muchos autores  mermaran  en algo sus méritos literarios  nos quedaríamos sin qué leer.
Califica luego el columnista  las novelas  del “peruano”  como  “carentes  de forma y  de fondo”.  ¡Qué exabrupto! Sus obras han sido analizadas, premiadas y consagradas por la más exigente crítica literaria. Vargas Llosa ha alcanzado  no solo el reconocimiento mundial sino  el mejor  galardón que puede recibir un escritor: la adicción de sus lectores.  Sus novelas no necesitan ser defendidas. No voy,  pues,  a referirme  aquí a obras  tan extraordinarias  como  ¨La casa verde¨,  ¨Pantaleón y las visitadoras¨,  ¨Los cachorros¨,  ¨Lituma en los Andes¨,  ¨Conversación en la Catedral¨,  ¨La guerra del fin del Mundo¨ o  ¨La fiesta del chivo¨ …, ni  tampoco  a  sus excelentes ensayos y obras de teatro sobre los que el columnista afirma,  sin temblarle el pulso,  “que son más aburridas de lo que habitualmente son las obras de teatro”.  Pero si bien no  voy a referirme a sus obras consagradas o a sus magníficos ensayos  sí voy a hacer una referencia muy sucinta  a algunos de los libros citados despectivamente en esta columna:
Los jefes,   un tomo de cuentos escritos  por Vargas Llosa a la  edad de ¡diecinueve años!   Una obra  excelente que sigue teniendo vigencia  luego de   ¡cincuenta y tres años! 
La ciudad y los perros,  escrita por Vargas Llosa a los veintiséis años  y  merecedora de los premios   Seix Barral  y  Crítica de España.  Se afirma en la columna  que “nadie hoy en día la  lee”,  y anoto yo: como  tampoco nadie lee hoy en día ninguna   de las grandes  obras maestras de la literatura,  y otras  de  mucha menor trascendencia.  Me temo que ese  no es un baremo apropiado para medir la calidad de una obra.
La tía Julia y el escribidor  (1977), de la cual cita el columnista uno de sus párrafos  para demostrar, según  dice,  “lo flácido  de sus textos”.  No puedo menos que pensar en la casualidad de que  sea precisamente esta una de mis obras preferidas. Difiero diametralmente  de ese criterio porque pienso que en ella  Vargas Llosa  dibuja de manera genial, sí, genial,  la dicotomía entre la alta literatura y la literatura de consumo, representada por  dos personajes: el mismo Mario, que admira a los grandes autores y aspira convertirse en un  autor serio y vivir en una buhardilla en París, y Pedro Camacho, que incluso revela cierta ignorancia libresca, pero que sin mayores aspiraciones vive solamente para escribir y escribir durante horas y horas. El novel escritor que era Vargas Llosa en ese momento  ( cuarenta y un años ) no puede menos que expresar sincera admiración por el "escribidor", pese a considerar inferior  esa  rama folletinesca de la literatura.  Le aconsejo al columnista  que la lea.  Pero  que la lea sin prejuicios y aceptará aunque solo sea para sus adentros que esa es una obra realmente encantadora.  Sé que eso sucederá porque él también tiene un fino sentido del humor. Y es que un libro  expresa mejor que muchas palabras  lo que es la literatura: contar una historia interesante con gracia.
 Pasemos ahora a Historia de un deicidio, ensayo sobre la obra de García Márquez que fue concebido en un principio por Mario Vargas Llosa como su tesis doctoral debido a la sincera y profunda admiración que le unía al escritor colombiano.   Sobre este ensayo  expresa el columnista   con manifiesta “tiraderita”: “…a pesar de que nadie lo ha leído, o tal vez por eso mismo… es famosísimo”.  Olvida que  debido al distanciamiento entre estos dos grandes escritores este ensayo  estuvo archivado por más de treinta años.  Pero aquellos privilegiados que sí lo han leído lo describen como lo mejor que se ha escrito sobre la obra cumbre  de García Márquez. En él podemos observar algo que no es muy frecuente en el medio literario: generosidad y  largueza en el reconocimiento a la obra de otro autor.  Para muestra este pequeño fragmento:
“Cien años de soledad es una novela total porque pone en práctica el utópico designio de todo suplantador de Dios: describir una realidad total, enfrentar a la realidad real una imagen que es su expresión y negación. Esta noción de totalidad, tan escurridiza y compleja pero tan inseparable de la vocación del novelista, no solo define la grandeza de Cien años de soledad: da también su clave. Se trata de una novela total por su materia en la medida en que describe un mundo cerrado desde su nacimiento hasta su muerte y en todos los órdenes que lo componen –el individual y el colectivo, el legendario y el histórico, el cotidiano y el mítico- y por su forma, ya que la escritura y la estructura tienen, como la materia que cuaja en ellas, una naturaleza exclusiva, irrepetible y autosuficiente”. (Historia de un deicidio, página 533).
El tema del sexo  en las novelas de Vargas Llosa parece ser  otro punto particularmente molesto para el columnista.  Me extraña esta particularidad porque  el sexo  es algo implícito en la literatura moderna que  está también presente en  las obras  de García Márquez y en la de  otros reconocidos   autores. Ese es un  atractivo adicional de sus obras. Ciertamente,  las novelas  del  “peruano” son  deliciosamente eróticas, pero  sin llegar nunca a  rebasar esa fina línea que separa lo erótico de lo pornográfico. Cito aquí  el pensamiento de Vargas Llosa  al respecto: “El erotismo es una manifestación de civilización; no existe en pueblos primitivos. Cuando una sociedad se va distanciando de su origen primitivo —en  el cual  la relación amorosa se diferencia muy poco de la cópula animal— y se va refinando y con ello rodeando de ritos, es que puede desarrollarse el erotismo”. Un erotismo que Vargas Llosa sabe plasmar con maestría no exenta de humor sin llegar para nada a banalizar o   agotar el tema como  afirma el columnista.
Las comparaciones son siempre antipáticas;  no obstante, el  columnista -entregado en cada renglón de su  columna a demeritar la obra del Nobel-  compara  al “peruano” con  tres escritores  que a su juicio recibieron  injustamente como él  ese premio. Es hasta ridículo comparar a Vargas Llosa con José  Echegaray,  quien efectivamente recibió equivocadamente  el Nobel de literatura en 1904 ya que debieron concedérselo sí, pero no en literatura sino en matemáticas. Tampoco puede ser comparado  ni de lejos  Vargas Llosa  con  Elfiede Jelinek, una escritora  prolífica y de gran talento que por sus ideas feministas sigue,  a pesar del tiempo, acusando el ataque de los sectores machistas de la literatura. Y desde luego tampoco se puede comparar el “peruano” con Jean Marie Le Clezio,  a quien el columnista cita  despectivamente a pesar de que en mi concepto su obra  La Música del hambre es conmovedora.

 A continuación,   y utilizando  nuevamente la nacionalidad del Nobel  como motivo de escarnio,   el columnista formula la pregunta  que verdaderamente le ha quitado el sueño: “¿Merecía el Nobel  el “peruano?” La respuesta es huidiza.
 El “palmirano” ( aclaro que uso el gentilicio solo para demostrar lo peyorativo que puede ser este término en un comentario)  nuevamente  se va por las ramas aunque deja entrever que  su  candidato  para recibir ese premio  era el japonés Haruki Murakami.  Qué pena que un escritor de la talla de Julio César Londoño haya perdido su  objetividad  ante la ojeriza que siente  por  Mario Vargas Llosa.  El  triunfo del “peruano” no es solamente el triunfo de un gran escritor  o de un país,  es la victoria del hispanismo moderno y de la portentosa cultura latinoamericana. El Nobel con el  que la Academia Sueca premió al hombre también ensalzó el idioma que lo ha hecho grande. El japonés, de solo  sesenta años  enfrentados a los setenta y dos de Vargas Llosa,  bien puede  esperar  por el Nobel uno,  dos  o varios años más y entretanto acrecentar su obra. Este no es de ninguna manera para  Murakami: El fin del mundo.
Cita a continuación el columnista los nombres de  destacados escritores  que mereciéndolo no recibieron el Nobel.  Un error muy lamentable de la Academia Sueca,  NO de Vargas Llosa.  Creo que el columnista convendrá conmigo en que sería muy largo hacer la lista de todos los que lo han recibido y que según da a entender  deberían sentirse culpables por todos aquellos que no corrieron similar suerte. Pero el error en el caso de Mario Vargas Llosa no es  que le hayan otorgado  ahora el Nobel,  sino que se hayan tardado tanto en otorgárselo. 
El columnista incurre a continuación en un lapsus calami al citar a Kafka como uno de los escritores a los  que la Academia Sueca desaprensivamente no  les concedió el Nobel. Grave error porque en ese caso  a Kafka tendrían que habérselo concedido  de manera  póstuma ya que  su obra así lo fue.
Concluye su columna el columnista   en la misma poco elegante forma en que la  empezó: “A pesar de su Nobel, de su gloria y de sus grandes tirajes (le faltó decir: y de sus miles de lectores)  Mario Vargas Llosa será siempre un escritor de segunda fila en el hemisferio austral”.
Me siento  en la obligación de sacar al columnista  de su error: Mario Vargas Llosa no está  haciendo fila. Ha sido ya  consagrado como uno de los grandes genios de la literatura de todos los tiempos. 
Como quiera que sea, “el  peruano con suerte”  navega ya a años luz,  muy distante de estas  pequeñas mezquindades. A esa altura los dardos envenenados de la crítica y la inquina no pueden alcanzarlo. Vargas Llosa no necesita que su talento y su obra sean defendidos por nadie y mucho menos por alguien tan invisible como yo,  pero me pareció necesario hacer estas aclaraciones al querido maestro Julio César Londoño con quien en este punto difiero diametralmente.

En algún momento de sus recientes apariciones públicas  Vargas Llosa expresó lo siguiente:
Quisiera que mis libros fueran buenos libros, desde luego. No es que esté jugando a modesto, pero yo no sé lo que realmente valen mis libros. Tengo indicios que son muy halagadores en muchos sentidos, pero también sé que muchas veces la suerte determina el éxito, y no el talento. Se sabrá lo que valen mis libros cuando ya no estemos aquí”. 

 Puede usted estar tranquilo, Mario;  sus libros no solo son buenos, ¡son excelentes! Nos ha hecho usted disfrutar con su lectura momentos inolvidables. Gracias por haberlos escrito. Gracias por seguir escribiendo. Gracias por este alegrón que ha dado usted a su patria, a Latinoamérica y a todo el hispanismo. Y no se le ocurra irse  todavía; le falta aún mucho por escribir y compartir con sus lectores.
Leonor Fernández Riva
Cali, Octubre 14 de 2010


Esta columna de la autora y otras de diferentes escritores que desde sus columnas  salieron a defender el  Nobel otorgado al gran escritor Vargas Llosa, tuvo la siguiente respuesta del escritor palmirano Julio César Londoño autor de "Un peruano con suerte". La transcribo porque me parece de interés para los lectores de este blog de opinión:


Los fans de Mario

La Plana Por Julio Cesar Londoño

El País, opinion columna Octubre 20 de 2010 , 18:00

El sábado antepasado el chat de mi columna en El Espectador colapsó por el alud de comentarios de los lectores. ¡Más de cien! Había allí rosas y tomates. Más tomates que rosas, a decir verdad, y todo porque dije que Vargas Llosa era, comparado con Borges, Gabo, Rulfo y Neruda, un escritor de segunda fila del hemisferio austral. Alguno dijo que yo estaba muerto de la envidia. Creo que sobreestiman mis ambiciones. Es como pensar que estoy molesto con Angelina Jolie porque ella anda con el monito ese en lugar de fijar sus ojazos en este apuesto columnista.

Otro dijo que yo era un novelista mediocre. Es el colmo. Que me llamen mediocre mediocre vaya y venga, pero lo de “novelista” es una sindicación que me ha herido en lo más hondo.

.Sin nombrarme (seguro piensa que si lo hace me consagra) Juan Carlos Botero atacó la tesis central de mi columna: Vargas Llosa no ha creado un solo personaje memorable. Para refutarla, Botero hizo una lista de la espléndida galería de personajes de Vargas: el ‘Pichula’ Cuéllar, la niña mala, el barón de caña brava, el Jaguar, Mayta, Alberto, Roberto, Ruperto “y muchos más”. Me rindo. Ante semejante constelación, ¿qué significan los nombres de Úrsula Iguarán, el coronel Aureliano Buendía, Amaranta, Pedro Páramo, Susana San Juan o la Maga? Nada. Son nombres escritos en el agua... ¡Lo mejor fue que en el chat de Botero todo el mundo entendió que se refería a mi columna y lo molieron! Hombre, Juancho, hagámonos pasito, ¡al fin y al cabo tú y yo nos estamos disputando coco a codo el puesto 47 en el escalafón nacional!

Cuando dije que Vargas era bello, rico, talentoso, suertudo y peruano, nunca pensé que la excelente poeta Leonor Fernández Riva, columnista del gran rotativo Occidente, encontrara ofensivos estos adjetivos; en especial “peruano”. Para vengar el honor de Vargas me escupió una palabra tremenda: ¡Palmireño! Caramba, Leo, estás enriqueciendo el diccionario universal de la injuria.

.Pero el defensor más tremendista de Vargas hasta ahora es el señor que fue capaz de escribir en la Gaceta de El País que García Márquez padecía de “verborragia lírica”. Semejante disparate en boca de uno de los mejores periodistas de Colombia, José María Baldoví, sólo puede ser una provocación. Pero lo que empieza mal tiende a empeorar: añadió que Vargas es superior a Gabo porque la literatura de Vargas es citadina y la de Gabo rural. ¡Recórcholis! Con este criterio podemos demostrar que cualquier rapero es superior a Miguel Hernández. No contento con acuñar la exótica tesis, nos restrega que mientras Vargas escribe periodismo sobre los grandes temas de la política mundial, Gabo escribe sobre Shakira. Hombre, José María, hasta tus nietos saben que Shakira es más importante y talentosa que todos los políticos contemporáneos juntos.

.Sumando errores, remata anotando que Vargas ha escrito teatro (dramas que nadie ha comentado, por cierto) y varios libros de crítica. Calla, taimado, que es una crítica reseca, desangelada, estilo enciclopedia. ¿Recuerda usted algún postulado poético de Vargas? Yo tampoco. La pobreza crítica de Vargas bordea la indigencia; tanto, que nadie, ni siquiera sus adoratrices más calenturientas, han osado poner su nombre al lado de Valéry, Borges, Reyes, Steiner o Bloom. ¡Más les vale!

***

En respuesta a esta columna la autora del Blog Leonor Fernández Riva envió el siguiente mensaje al columnista
Fecha 21 de octubre de 2010, 10:20

¡Caramba, Julio! Gracias por nombrarme en tu columna. Me has hecho caer en cuenta de que a veces uno criticando a los famosos también se puede hacer famoso. Como dirían en Medallo: con nuestras columnas podemos muchas veces “chupar rueda”. Voy a tener eso muy presente para próximas intervenciones. Gracias por lo de “excelente poeta”, aunque personalmente me gusta más el término poetisa, porque lo que yo realmente hago es poetizar. Pero de acuerdo con esa aptitud literaria recuerda que también me gusta rimar; por eso te aclaro que en mi columna no te llamé palmireño sino palmirano, porque rima más con peruano. ¿No crees, querido Julio? Bueno, y recuerda que todo es con mucho cariño. Escribidores somos, escribiendo estamos y por el mundo andamos.


21 de octubre de 2010      
                                                                   Amigos:

La polémica suscitada con motivo del Nobel otorgado a Mario Vargas Llosa
está ¡como para comprar balcón! Por eso les recomiendo a quienes deseen profundizar en el tema
visitar el siguiente blog cultural.
Allì encontrarán la mejor  compilación acerca de este tema y sobre muchos temas literarios y culturales de actualidad. Un blog al que vale la pena seguir para mantenerse al día en la vida cultural no solo del Valle del Cauca sino de Colombia toda:
Para abrirlo: cklic sobre el título y para volver a la página "atrás" en la barra


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Cristal
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3 comentarios:

  1. Esta columna merece ser leìda por todo aquel que se precia de amar la literatura. Mario Vargas Llosa no tiene miles de seguidores en el mundo, sino millones, somos incontables. Sin duda, la columnista escribe su derecho a la contradicciòn con propiedad y conocimiento literario y de la obra de nuestro nobel, porque todos quienes amamos las letras que ha organizado con estètica Mario, lo hemos recibido por extensiòn. Este artìculo es lo mejor que he leìdo esta semana. Felicitaciones. Luz Dary Echeverry Serrato.

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  2. Maravilloso comentario. Firmo al pié.
    La primera mujer de Vargas Llosa, no era tia. Era hermana de la tia política. Eso es un tris mas lejos del insesto que menciona el profesor. A pesar del título del divertidísimo libro.

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  3. Gracias apreciada Leonor. Felicitaciones! Muy completa, extensa, enriquecedora y fundamentada tu excelente columna, la cual ya vimos colgada en Occidente http://www.diariooccidente.com.co/noticias_colombia77461.html
    A la mayor brevedad, la incluiremos en nuestra publicación sobre las compilaciones que venimos haciendo sobre MVLL en: http://ntc-narrativa.blogspot.com/2010_10_12_archive.html
    Amigos, NTC … Nos Topamos Con … http://ntcblog.blogspot.com/ , ntcgra@gmail.com . Cali, Colombia, Gabriel Ruiz A. , Director

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